Un zombie encuentra su cena en una escena de Land of the Dead

El miedo en el cine, al igual que el humor, es un asunto totalmente subjetivo. Mientras algunos deliran de risa ante el humor de productos hollywoodenses como American Pie, otros sencillamente no le ven la gracia (si no me creen sólo miren las reseñas de usuarios para esta cinta en el Internet Movie Database). Con las películas de terror pasa exactamente lo mismo y, de hecho, cada vez se hace más difícil encontrar filmes que den verdadero miedo. El buen escritor/director de cine de terror sabe esto mejor que nadie, y por eso se preocupa de hacer cine que funcione en diferentes niveles. Jaws funciona porque si el tuburón no te da miedo, todavía quedas con una excelente película de aventura. Por eso después de treinta años sigue siendo de lo mejor, aunque sabes perfectamente cuándo aparecerá Bruce el tiburón y a quién se va a comer. Por otro lado, ¿quién querría ver The Ring más de una vez? Quítale el elemento sorpresa y te das cuenta que es una película absolutamente tediosa, similar a cuando Homero Simpson fue sobrio por primera vez a un juego de beisbol (“¡No me había dado cuenta lo aburrido que era esto!”).

Esta semana apareció en cartelera el filme Land of the Dead, del “padre del terror moderno” George A. Romero. Esta es la cuarta parte de lo que para muchos fanáticos (me incluyo) es una de las mejores sagas del cine de horror de todos los tiempos. La serie se ha disinguido por los excelentes guiones, escritos por el mismo Romero, donde se mezcla la violencia gráfica con la crítica social. Son películas divertidas y extravagantes que además funcionan en otro nivel por la inteligencia y visión que Romero le imparte. Un poco de historia:

En 1968 Romero, entonces director de comerciales, creó una película de bajo presupuesto que redefinió para siempre el cine de terror. Night of the Living Dead revolucionó un género que hasta entonces se preocupaba más por las historias góticas de vampiros, momias y hombres lobos y las reemplazó por una atmósfera mucho más oscura, un holocausto donde los muertos se levantan para comerse a los vivos y donde no puede haber un final felíz. Por primera vez se enseñaba la sangre y entrañas de forma gráfica y explícita; a los zombies se les ve arrancando carne humana de los huesos y saboreando su sangre. Esta cinta marcó el principio del cine de horror moderno, y abrió paso a una de los mejores décadas en el cine de terror: los setenta.

Night of the Living Dead, aún cuando resulta absolutamente efectiva en el área del miedo y el suspenso (me dio miedo a mí, y ni hablar de la reacción que debe haber causado en su momento), contiene elementos de crítica social que la elevan más allá de la simple explotación. El colapso de la sociedad, la tensión entre razas y el rol de las autoridades son todos temas que el público de aquella época, sumergido en la crisis de la guerra de Vietnam, captó muy bien. Romero continuaría usando efectivamente la mitología zombie para la observación social en sus siguientes proyectos.

Dawn of the Dead (1978), la secuela a Night of the Living Dead, es considerada por muchos la mejor película de zombies en la historia del cine. Esta vez Romero hace una sátira social mucho más directa y mordaz, siguiendo la historia de varios sobrevivientes del holocausto zombie que se refugian en un centro comercial. Aquí Romero aprovecha el escenario para criticar el consumerismo y la complacencia de nuestra sociedad; el centro comercial es el refugio más atesorado, tanto para humanos como para zombies. Romero aumenta el nivel de sangre, pero le inyecta también una dósis de humor para nivelar (¿En qué otra película se puede ver una guerra de pastelazos entre humanos y zombies?).

En 1985 Romero lanza Day of the Dead, la tercera en la serie. En esta ocasión seguimos la historia de un grupo de militares y científicos viviendo en una base subterránea luego del holocausto zombie. Los científicos abogan por la calma, la investigación del fenómeno y la búsqueda de una cura, pero los militares destruyen estas esperanzas en favor de la fuerza bruta. Romero nuevamente inserta la crítica social, esta vez apuntando sus cañones a la militarización de la era Reagan. En cuanto a historia esta es la más floja de la serie, y algunas actuaciones son tan pésimas que bien podrían ser de telenovela mexicana. Romero mismo lo admite y explica que sus ambición era crear un filme mucho más épico y grandioso, pero el presupuesto no fue suficiente. Afortunadamente los efectos especiales y los zombies se ven magníficos.

Ahora, veinte años después llega Land of the Dead, gracias a un resurgir en la popularidad del cine zombie que comenzó en el 2002 con 28 Days Later y Resident Evil, y que inclusive produjo una nueva versión de Dawn of the Dead (2004), pero sin asociación alguna con George Romero, ni la sátira ni el humor de la original. Romero cuenta vez con un presupuesto mucho más generoso de $15 millones, aunque todavía modesto para los estándares del cine moderno, y un reparto de actores reconocidos.

En Land, los humanos se han amurallado dentro de una ciudad con clases sociales muy marcadas. La mayor parte de la ciudad es un ghetto de pobreza, vicio y crimen, mientras los más privilegiados viven en un rascacielos de lujo extravagante llamado Fiddler’s Green. La muralla que protege la ciudad contra los zombies la defiende un ejército de mercenarios contratados por Kaufman (Dennis Hopper), el “presidente” de la ciudad que también tiene intereses económicos en el vicio, apuestas y la prostitución del ghetto. Los mercenarios salen regularmente fuera de la ciudad al mundo zombie en camiones blindados en busca de abastecimientos para los residentes de Fiddler’s Green. Lo que no se dan cuenta es que poco a poco los zombies han comenzado a comunicarse entre sí, aunque rudimentariamente. La crueldad de los mercenarios impulsa un agrupamiento masivo de zombies que se dirigen a la ciudad en busca de venganza. Mientras esto ocurre, Cholo (John Leguizamo), un mercenario con aspiraciones de vivir en Fiddler’s, se disgusta cuando Kaufman le niega la posibilidad de entrar a la vida del lujo. Cholo se apodera de un camión blindado y amenaza con abrir las puertas de la ciudad a la invasión zombie.

Este es definitivamente el capítulo más alegórico de la serie. Es obvio que Romero crea un paralelo con el estado actual del primer versus el tercer mundo y la llamada guerra contra el terrorismo post septiembre 11. Inclusive en un punto se escucha a Kaufman decir “no negociamos con terroristas”, haciendo eco de las palabras de George W. Bush. A pesar que la trama se mueve demasiado rápido -me hubiera gustado ver más y absorber mejor este doble mundo de lujo y miseria- la cinta nunca degenera en la acción tonta de películas como Resident Evil, donde cada lucha va acompañada de música tecno y las partes “cool” son en cámara lenta al estilo Matrix. Por supuesto, Romero no se olvida del “gore”, y aquí hay más que suficiente; las entrañas y las cabezas vuelan por los aires, y esperen a ver lo que hace un zombie con el arete de ombligo de una residente de Fiddler’s. Si esto es así en el cine, imagínense cómo será la “versión del director” en DVD.

La cinta es exitosa y le hace más que justicia al legado de las anteriores en la serie. Land of the Dead y la cuatrilogía de los muertos vivientes son excelentes películas de terror y de ideas. Romero una vez más seduce con el miedo y trasciende con el mensaje, y de paso le da una lección al Hollywood desechable de películas con fecha de expiración.